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lunes, 23 de octubre de 2017

Entrevista a Thierry Meyssan: Tras los escándalos de Sarkozy y Lafarge

Por Serge Marchand. 23/10/2017.

Aunque la prensa ha dejado de mencionar el Medio Oriente desde la caída de Raqqa, hecho que interpreta erróneamente como la derrota final del yihadismo, los magistrados franceses trabajan ahora sobre dos escándalos vinculados a esa parte del mundo: el presunto financiamiento de la campaña electoral del ex presidente francés Nicolas Sarkozy con dinero proveniente del Guía libio Muammar el-Kadhafi y la supuesta compra de petróleo a Daesh por parte de la transnacional francesa Lafarge, dos casos que no han abordado –al menos hasta ahora– la verdadera sustancia de los hechos.

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Serge Marchand: Dos de los escándalos que usted menciona en su libro Sous nos yeux. Du 11-Septembre à Donald Trump son actualmente objeto de acciones judiciales en Francia. ¿Puede usted hablarnos de ellos? Comencemos por el presunto financiamiento de la campaña electoral del presidente Sarkozy por parte de la Yamahiriya Árabe Libia.
Thierry Meyssan: Durante la agresión contra Libia, Estado soberano y miembro pleno de la ONU, por parte del Reino Unido, yo creé en Trípoli un grupo gubernamental de trabajo para reunir los temas que podían mencionarse para llamar a París a la reflexión. Reunimos pruebas sobre varios casos –libios, tunecinos y argelinos–, entre los que se hallaba el financiamiento de la campaña electoral con vista a la elección presidencial [francesa] de 2007. En el grupo estaba incluso el funcionario [libio] que entregó personalmente el dinero a los emisarios de Nicolas Sarkozy.
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Fabrice Arfi y Karl Laske [autores del libro [1] que acaba de publicarse en Francia] prosiguieron esa investigación. Como no tuvieron acceso a las pruebas de ese pacto, reconstruyeron en detalle los circuitos de transmisión de esos fondos.
Al contrario de lo que se ha publicado en la prensa, nunca hubo pruebas escritas de ese arreglo, pero existen grabaciones de audio como prueba. Actualmente están en manos de un colaborador del Guía Muammar el-Kadhafi, que logró escapar así a las represalias de la OTAN y que hoy está refugiado en otro Estado africano. Pero sí existen rastros de algunas transferencias de fondos que la justicia podrá verificar fácilmente a partir de las informaciones [que publican] Fabrice Arfi y Karl Laske.
En este caso son legítimas las acciones penales contra Nicolas Sarkozy ya que es cierto que financió ilegalmente su campaña electoral violando el tope de gastos que impone la ley, financiándola con fondos extranjeros y en detrimento de sus competidores. Pero son injustas ya que sólo apuntan contra él y no tienen en cuenta a otro candidato que también recibió fondos de la misma procedencia, aunque sólo recibió la mitad de lo que recibió Sarkozy. Si se aplica la ley, debe aplicarse a todos por igual, en la medida en que existen los elementos que permitirían hacerlo, o dejar tranquilo al señor Sarkozy.
Como ya he declarado públicamente e incluso escrito, Segolene Royal [la candidata del Partido Socialista a aquella misma elección presidencial] cometió la misma infracción, con ayuda del ex presidente del Consejo Constitucional, Roland Dumas…
Serge Marchand: Usted menciona en su libro a Segolene Royal pero no menciona el nombre de Roland Dumas… [2]
Thierry Meyssan: Bueno, pues ya lo estoy haciendo. Después de llegar a un acuerdo sobre eso, el editor de la edición francesa y yo ocultamos los nombres de algunas personalidades francesas para evitar acciones judiciales por difamación. Pero esos nombres aparecen en las ediciones extranjeras. Yo voy a publicarlos en nuestro sitio web [3], lo cual no compromete la responsabilidad jurídica de mi editor. Lo importante es que no se han puesto en tela de juicio los hechos que describí.
En todo caso, yo establezco una diferencia entre Roland Dumas –el militante antiimperialista por quien siento un profundo respeto– y el Roland Dumas aventurero que tenemos que cargar como el preso que arrastrar su bola de hierro.
Vuelvo al tema. No sólo no considero que, en la actual situación, sean justas las acciones legales contra Nicolas Sarkozy sino que, sabiendo que casi todos los demás candidatos también trataron de obtener dinero de otros gobiernos extranjeros –y que se trata de una práctica común desde hace varios lustros–, pienso que fue simplemente más hábil que sus competidores y logró obtener más que ellos. Desgraciadamente, ese sistema es consecuencia de nuestro concepción errónea de la democracia.
Otro aspecto del que nadie habla, y que a mí me choca mucho más, es que, según todos los colaboradores de Kadhafi, el presidente Sarkozy y la señora Royal se comprometieron –los dos– a que después de electos harían que se «anulara» la condena contra Abdullah Senussi en el caso del vuelo 772 de la UTA.
Abdullah Senussi es cuñado de Muammar el-Kadhafi y era el jefe de los servicios secretos internos. Durante la guerra en Chad, en 1989, Senussi ordenó ese atentado, que costó la vida a 170 personas. Trípoli lo consideraba un acto de guerra que no debía por tanto dar lugar a una condena penal. Personalmente, yo pienso, como los magistrados franceses, que si bien fue un acto durante la guerra, no era un acto de guerra ya que estuvo dirigido deliberadamente contra civiles. En todo caso, todos saben que Senussi y yo no nos entendíamos en nada.
Comprometerse a «anular» aquella condena sólo podía significar amnistiar al condenado –lo cual es posible en el plano constitucional, pero no políticamente– o, peor todavía, manipular la justicia francesa –lo cual va en contra de la responsabilidad constitucional del presidente de la República Francesa. Al contraer ese compromiso, Nicolas Sarkozy y Segolene Royal demostraron que ninguno de los dos era digno de ejercer esa función.
Serge Marchand: El segundo escándalo es el de Lafarge [4]. Esa empresa está siendo objeto de acciones legales de parte de varios ex empleados que la acusan de no haberles pagado con regularidad y de haber comprado petróleo al Emirato Islámico (Daesh) [5]. Laurent Fabius [ministro francés de Relaciones Exteriores bajo el presidente Hollande] podría ser llamado a comparecer durante el proceso de instrucción.
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Thierry Meyssan: Ese es otro caso en que nos vemos confrontados a una gran hipocresía. No sé si es la fiscalía quien ha limitado así la instrucción o si son los jueces de instrucción quienes se han recortado las alas, a no ser que todo eso esté manipulado por los acusadores. El problema es completamente diferente.
La fábrica [de cemento] de Yalabiya (cerca de la frontera turca, al norte de Alepo) no funcionaba con petróleo sino con carbón. Durante 2 años, los servicios secretos de Turquía, el MIT, fletaron trenes para abastecerla con carbón.
El diario Le Monde reconoció que, durante 2 años, la fábrica funcionó a toda máquina. Sin embargo, no era posible transportar la mercancía [cemento] a través de aquella zona hacia la zona bajo control de Damasco, se habían paralizado todas las construcciones de tipo civil en la zona bajo control de los yihadistas y no hay exportación hacia Turquía. Entonces, ¿para qué se mantenía la producción y qué pasó con ese cemento?
La respuesta es muy sencilla. Lo utilizaban los yihadistas para construir fortificaciones [6]. Se pasó entonces a una guerra de posiciones, pero no con trincheras sino con bunkers subterráneos. Es una estrategia que describe Abu Mussab al-Suri [«El Sirio»] en su libro de 2004, Management of Savagery [Administración de la barbarie] [7].
La cantidad de cemento que Lafarge produjo en Yalabiya y que entregó a los yihadistas es equivalente a todo el cemento utilizado por el Reich alemán en la construcción de la Línea Sigfrido. Son esos los bunkers que la aviación rusa vino a destruir en Siria con bombas penetrantes.
En 2013, el Emirato Islámico (Daesh) aún no existía bajo su forma de Estado no reconocido. Los yihadistas estaban divididos en múltiples grupos, pero sus operaciones militares las coordinaba de facto el Centro de Mando de las Fuerzas Terrestres de la OTAN (LandCom), con sede en Esmirna (Izmir), en Turquía. Así contaron con los consejos de los ingenieros de la OTAN para la construcción de esos bunkers subterráneos.
Por supuesto, Laurent Fabius fue un actor de esa operación…
Serge Marchand: ¿También está implicado Nicolas Sarkozy?
Thierry Meyssan: No, en lo absoluto. El caso Lafarge comenzó bajo la presidencia de Francois Mitterrand, ex compañero sentimental de Segolene Royal. El presidente Sarkozy había concluido un acuerdo de paz con Siria después de la liberación Baba Amro, donde los yihadistas ya habían proclamado un emirato islámico.
En aquella época, Laurent Fabius y el general Benoit Puga pensaban que Francia y sus aliados derrocarían la República Árabe Siria y pondrían en el poder al general Manaf Tlass [8]. Y el hermano de Manaf Tlass, Firas, era administrador de la fábrica de cemento de Yalabiya.
Serge Marchand: Los dos [Manaf y Firas] son hijos del ex ministro sirio de Defensa, el general Mustafá Tlass.
Thierry Meyssan: En efecto, pero Mustafá Tlass nunca estuvo en contra de la República, ni apoyó a los yihadistas.
Es importante saber que Hillary Clinton fue abogada y posteriormente miembro del consejo de administración de Lafarge y que, en tiempos de Saddam Hussein, esa empresa trabajó con la CIA para transportar ilegalmente armas en Irak y preparar la guerra.
Por supuesto, si los jueces instructores mostraran interés en esos hechos, se estrellarían inmediatamente contra la cláusula de protección de los secretos militares de Francia, única manera de proteger al gobierno de Hollande para que no tenga que rendir cuentas por la guerra que coorganizó en Siria y por sus relaciones con los yihadistas.
Todos esos elementos y muchos más están incluidos en mi libro. Me sorprende que ningún magistrado haya tenido la curiosidad de leerlo.
Serge Marchand: Muchas gracias.

[1] Avec les compliments du guide, Fabrice Arfi y Karl Laske, Fayard, 2017.
[2] Ver Sous nos yeux, Thierry Meyssan, Demi-Lune, 2017, p. 26.
[3] Red Voltaire
[4] Ibid, pp. 88-90 para ver el punto de vista francés, p. 95 para el punto de vista ruso y p. 250 para el de Estados Unidos.
[5] Los correos electrónicos del Emirato Islámico fueron publicados inicialmente por el sitio web Zaman Al-Wasl y posteriormente retirados de ese sitio antes de la publicación del artículo del diario francés Le Monde sobre el escándalo de Lafarge. Pero se mantienen disponibles para su consulta en el nuestro sitio de la Red VoltaireLafarge-Holcim e-mails”.
[6] «Revelaciones: la yihad de Lafarge-Holcim», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 24 de marzo de 2017.
[7] Management of Savagery lleva la firma de Abu Bakr Naji, que sería al parecer un seudónimo. Los especialistas no logran ponerse de acuerdo sobre la verdadera identidad del autor. Según los expertos de la televisión pública saudita, el autor sería el responsable de Propaganda de al-Qaeda, Abu Jihad al-Masri. Por el contrario, según otros especialistas, como Thierry Meyssan, no se trata de un libro de propaganda sino de arte militar y su autor sería Abu Mussab al-Suri, también autor del libro de 1 600 páginas Llamado a la resistencia islámica global. Este yihadista obtuvo asilo político en Francia bajo la presidencia de Francois Mitterrand y es conocido por haber adaptado la «estrategia de la tensión» a la yihad. Dirigió en Madrid y en Londres el Islamic Conflict Studies Bureau, estructura idéntica a lo que fue Aginter Press (implicada el atentado de la Piazza Fontana, en Italia) en los años 1970. Ibid, p. 118.
[8] Hoy en día, Laurent Fabius es presidente del Consejo Constitucional y el general Puga es Gran Canciller de la Legión de Honor. Ocupan respectivamente los lugares 8 y 17 en el orden protocolar de la República Francesa.

Fuente: Red  Voltaire