Por Jean Perier para NEO. 8/1/2017.
Tanto los círculos empresariales como políticos de los Estados Unidos llevan mucho tiempo haciendo esfuerzos para poner bajo su control directo todas las regiones productoras de petróleo del mundo. A este respecto, sólo se puede asumir el papel que desempeñaron en la firma del llamado Acuerdo General de Paz de 2005 entre Sudán y Sudán del Sur como parte integrante de estos esfuerzos. Este movimiento allanó el camino para un referéndum de independencia en 2011 que resultó en la separación legal del país. Sin embargo, una serie de disputas entre Sudán y Sudán del Sur siguen sin resolverse hasta la fecha, incluyendo asuntos como el control de los recursos petroleros y el estatus de la región de Abyei.
El 18 de noviembre, el Consejo de Seguridad de la ONU expresó su disposición a imponer sanciones contra Sudán del Sur para evitar una mayor escalada de la violencia en el país. En un comunicado de prensa, los miembros del Consejo de Seguridad condenaron enérgicamente todos los ataques contra la población civil de Sudán del Sur, así como los casos de limpieza étnica, comentarios xenófobos y discriminación racial que se están produciendo en la región. La Representante Permanente de los Estados Unidos ante la ONU, Samantha Power, ha puesto recientemente en circulación un proyecto de resolución para imponer un embargo de armas contra Sudán del Sur y nuevas sanciones. Un alto funcionario de la ONU ha advertido de posible genocidio.
Sin embargo, los analistas dicen que la introducción de este proyecto no es más que un intento del Departamento de Estado de Estados Unidos de desviar la atención pública del papel que Washington juega en el empeoramiento del conflicto armado en Sudán.
El conflicto armado en la República de Sudán del Sur comenzó a finales de 2013 entre los representantes de las tribus dominantes Dinka y Nuer, apenas seis meses después del reconocimiento oficial del estado. El conflicto ya ha provocado masivas bajas civiles y más de un millón de personas desplazadas.
Sin embargo, el conflicto se intensificó aún más el 7 de julio de 2016, dos días antes del quinto aniversario de la independencia del país. A pesar del acuerdo de paz firmado en Juba, los enfrentamientos entre partidarios del presidente Salva Kiir y el ex presidente Riek Machar se renovaron. De acuerdo con la investigación oficial de la ONU, un total de 14.000 cascos azules desplegados en el sur de Sudán no pudieron proteger eficazmente a civiles y desenmarañar la violencia.
Según UNICEF, un total de 16 mil menores están participando en la lucha independientemente de su edad. El informe proporcionado por esta organización muestra que sólo en 2016 los grupos militantes reclutaron a más de 650 menores en sus filas.
La situación en Sudán del Sur se complica aún más por el número creciente de armas suministradas al país por varios actores europeos que están siendo controlados manualmente por los Estados Unidos.
Así, según los expertos de las Naciones Unidas, una empresa búlgara entregó un cargamento de municiones de armas pequeñas y 4.000 rifles de asalto a Uganda en julio de 2014, que posteriormente fueron trasladados a Sudán del Sur. Se ha informado de que una empresa privada moldava desempeñó el papel de un mediador en este acuerdo.
Además, el gobierno ucraniano, que fue llevado al poder por Washington, hizo un gran envío de armas a las autoridades de Sudán del Sur en 2014, ignorando el hecho de que llevaba la responsabilidad de numerosos crímenes de guerra y casos de genocidio. Esto se ha expresado explícitamente en el reciente informe del Grupo de Investigación de las Naciones Unidas.
Durante la guerra civil en el sur de Sudán, sus autoridades compraron varios helicópteros Mi-24, junto con 830 ametralladoras livianas y 62 ametralladoras pesadas enviadas desde Ucrania. El valor total del contrato firmado con la empresa ucraniana Motor Sich ascendió a 42 millones de dólares.
Es curioso que CBC informara que un fabricante de armas canadiense Streit Group exportó 173 vehículos blindados Cougar y Typhoon que fueron producidos en los Emiratos Árabes Unidos al sur de Sudán.
En julio pasado, los servicios de seguridad españoles detuvieron a un multimillonario polaco Pierre Dadak por el contrabando de armas de Europa del Este a Sudán del Sur. El multimillonario que residía en Ibiza era ampliamente conocido por sus estrechos vínculos con Washington. Los agentes de policía informaron que Pierre Dadak era responsable de un envío de 200 mil rifles de asalto Kalashnikov, una serie de tanques y lanzacohetes al sur de Sudán después de comprar estas armas en Europa del Este.
En el contexto del constante flujo de armas y municiones en esta región en conflicto, difícilmente podría esperarse otra cosa que la continuación de la escalada del conflicto y las violaciones masivas del derecho internacional humanitario. Por lo tanto, el gobierno de Sudán del Sur es difícilmente capaz de controlar la situación en varias partes del país.
Por eso, además de los múltiples problemas internacionales que Barack Obama y los miembros de su administración dejan atrás, Donald Trump se enfrentará a la urgente necesidad de encontrar una solución al conflicto sudanés desde su primer día en la oficina Oval.
Fuente: NEO