Por Pyotr ISKENDEROV para Strategic Culture. 26/8/2017.
La Comisión Europea ofrece a los consumidores europeos el llamado Corredor del Gas del Sur, que prevé el suministro, en particular, de gas azerbaiyano y de Asia Central a lo largo de la ruta Turquía-Grecia-Italia. Sin embargo, los participantes potenciales del proyecto tienen sus propios intereses y están divididos por antagonismos de larga data que están convirtiendo el corredor en una mina militar y política de acción retardada.
Turquía, tradicionalmente renuente a jugar con las reglas de la Unión Europea, está desempeñando un papel particular aquí. Los planes de Ankara de construir un oleoducto Israel-Turquía se superponen al deseo de la élite turca de ocupar posiciones clave en el desarrollo de los campos de gas natural en alta mar en el Mar Mediterráneo Oriental, principalmente en Chipre. Estos planes desencadenan toda una serie de problemas entre Chipre, Grecia y Turquía, al mismo tiempo que afectan a los intereses de Israel, así como de Egipto y Libia, que reclaman sus derechos sobre la plataforma continental. Las principales compañías mundiales de petróleo y gas también persiguen sus propios objetivos económicos en la región, siendo las más activas la compañía francesa Total y la italiana ENI.
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Fuente: Strategic Culture.