Por Alfredo Jalife-Rahme
James Rickards, anterior consultor de Wall Street y la Reserva Federal (la Fed), explaya que la Secretaría del Tesoro de Estados Unidos libra su guerra financiera asimétrica del siglo XXI a partir de su militarización de los hedge funds (fondos de cobertura de riesgo; http://goo.gl/7imhXp), lo cual plasmó su diseñador, el español-estadunidense Juan Zarate –anterior prominente funcionario tanto de la Casa Blanca como de la Secretaría del Tesoro– en su libro Guerras del Tesoro: el desencadenamiento de una nueva era de guerra financiera (http://goo.gl/rUVlDy).
Juan Zarate devela que desde hace mas de una década (sic), con la instrumentación de la Secretaría del Tesoro, Estados Unidos libra una guerra apalancada (sic) tanto por el sector privado como por sus bancos contra las redes financieras de sus enemigos, gracias a la globalización y la centralidad del mercado del dólar, lo cual forma parte intrínseca de la política exterior de Estados Unidos.
¿No existe más diferencia entre el Departamento de Estado y la Secretaría del Tesoro?
En una conferencia en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, abordé el tema del terrorismo financiero que practica Estados Unidos como nueva arma disuasiva de destrucción masiva (youtube.com).
A mitad de diciembre del año pasado, Estados Unidos intentó mediante su guerra geofinanciera –devaluación del rublo, desplome del petróleo, sanciones económicas y fuga de capitales– aniquilar a Rusia, que fue rescatada por China.
Hoy la Secretaría del Tesoro se encuentra a cargo del israelí-estadunidense Jacob Lew, quien designó al también israelí-estadunidense David S. Cohen como subsecretario para el Espionaje Financiero y el Terrorismo (http://goo.gl/AZHtda), función similar a la que opera su correligionario en la Secretaría de Hacienda del México neoliberal itamita: el polémico Alberto Bazbaz Sacal, acusado de sobornos y pupilo del defenestrado David Korenfeld Federman en la fétida Conagua (http://goo.gl/hmWMbc).
Según una impactante investigación de Russia Today, los bancos privados propietarios de la Fed son controlados en la cúpula de Wall Street por sólo cuatro entidades financieristas: Black Rock, FMR (Fidelity), Vanguard Group y State Street Corp (http://goo.gl/UjlfE3).
La Fed –una extraña entelequia híbrida– es el único banco central privatizado del mundo, con supuesta función pública, que ha estado coincidentemente bajo la batuta consecutiva desde hace 28 (sic) años por tres israelí-estadunidenses: Alan Greenspan, Ben Shalom Bernanke y ahora Janet Yellen.
Mas aún: el segundo de a bordo de la Fed es Stanley Fischer, quien fue gobernador del banco central estatal (sic) de Israel (http://goo.gl/HwHzYQ). ¡Qué extraño!
Alastair Crooke, británico director del think tank Conflicts Forum, durante el relevante Club de Discusión Valdai, expuso El riesgo geofinanciero de cara a las guerras del Tesoro (http://goo.gl/X4d4R9).
Crooke proporciona el antecedente de que ha sido costumbre considerar el negocio de la energía tanto en términos de riesgo político (caída de gobiernos, oposición doméstica, etcétera) como en términos de riesgo económico convencional, cuando la geopolítica ha sido primordial, ya que la política determinaba ampliamente las condiciones financieras y de energía en forma bidireccional, lo cual ha cesado de ser el caso.
Hoy Alastair Crooke plantea una revaluación ya que, en forma incremental, las geofinanzas son las que configuran la geopolítica. Este aserto unidimensional dejó atrás la fase en la que Estados Unidos dominaba la gobernabilidad económica global desde Bretton Woods, mediante el dólar, como divisa de reserva global de facto, y su control del FMI y el BM.
Como consecuencia de la experiencia infeliz (sic) de sus intervenciones militares decisivas en el mundo con el fin de mantener su control del orden global (sic), la Secretaria del Tesoro de Estados Unidos ha apalancado (sic) la posición privilegiada del dólar mediante las guerras del Tesoro al usar en forma discrecional su bomba financiera de neutrones (sic): la exclusión del sistema financiero y del comercio basado en dólares.
Alastair Crooke aduce que hoy existe una guerra geofinanciera de Estados Unidos contra Rusia (sic), Irán y otros, y en menor grado contra China, cuando ha usado en forma más discreta (sic) la misma herramienta también para derrocar cabezas de los gobiernos europeos (sic).
Hoy la Secretaría del Tesoro constituye la herramienta principal (sic) para mantener el control en un orden global desintegrándose (sic).
Alastair Crooke juzga que se ha introducido una diferente dimensión de riesgo al haber orillado a Rusia y China a desarrollar un sistema financiero comercial análogo, no basado en el dólar, para reducir sus vulnerabilidades a los reclamos de la jurisdicción del dólar, lo cual ha embarcado al planeta entero en una competencia que afectará a todo el mundo, en particular al Medio Oriente”, en donde tres de sus pilares –Irán, Turquía y Egipto– han girado a la dirección del bloque euroasiático del no-dólar por razones diferentes.
Alastair Crooke considera que en forma inevitable (sic), los flujos futuros del petróleo estarán afectados por el resultado de esta guerra geofinanciera.
Las nuevas alianzas que emergerán de las guerras geofinancieras no necesariamente corresponderán al presente mapa de la posguerra mundial y es probable que se generen traslapes y entrecruzamientos complejos.
Alastair Crooke vaticina que los productores del petróleo del Medio Oriente se fracturarán en consecuencia cuando los riesgos y la falta de predicción de esta nueva forma de guerra geofinanciera se despliega en medio de la creación burbujeante de una inmensa deuda de 9 billones de dólares (trillones en anglosajón) que es muy vulnerable a las oscilaciones cambiarias cuando se han conjugado varias guerras en una sola: guerra del precio del petróleo, que contribuye a la guerra de divisas, además de guerra de sanciones que operan al unísono de las guerras de tasas cambiarias y guerras de precio de energía que han creado una de las mayores burbujas de activos de la historia inflada por un tsunami monetario sin precedentes.
Cuando la economía tradicional (sic) ofrece poca ayuda, Alastair Crooke considera que nadie sabe el resultado de tal mezcla incendiaria, que requiere examinar los riesgos para productores y consumidores del petróleo con una perspectiva radicalmente diferente, que junte la realidad de la sistémica vulnerabilidad financiera con la dinámica de la guerra geofinanciera aplicada por Estados Unidos cuando otros países y regiones intentan escapar a la hegemonía del dólar bajo otro esquema cuando el mapa de los futuros oleoductos y el flujo de su dirección será ampliamente determinado por esta guerra compleja donde habrá grandes vencedores y perdedores.
Resultó premonitorio mi primer libro de hace una generación, Guerras geoeconómicas y financieras: el petróleo del Golfo de México al Golfo Pérsico (Editorial INIZA, 1996), censurado por el fiscalista-monetarista Ernesto Zedilllo, quien consolidó la cataclísmica privatización bancaria en México: laboratorio exitoso de experimentación de la guerra geofinanciera que desembocó en la captura de su petróleo (http://goo.gl/UaffD9).
Fuente: Página Transversal-Alfredo Jalife