Por Katherinne Díaz Pérez / 22-01-2015
Para empezar, decidió que las naciones de la OTAN iban a ocupar el rol de una especie de “fuerzas auxiliares” o “sustitutas” si se quiere en el enfrentamiento a Moscú, o al menos, iban a aligerar la estancia de las fuerzas armadas norteamericanas. Y para ello, no reparó en tiempo y esfuerzo: “será por un período indefinido”, recuerden las palabras del general Donald Campbell, “el entrenamiento a los homólogos”.
Los países nominados en el inicio fueron Polonia, Letonia, Lituania y Estonia, cuya cercanía geográfica a Moscú y a Kiev es ostensible. Algo que facilitaría cualquier movimiento de tropas hacia las proximidades rusas, para no llegar a pensar en una aventurada agresión militar.
Además, Washington calculó la connotación simbólica que alcanzaban las acciones en los propios estados bálticos. Según la embajadora de EE.UU. en Lituania, Deborah McCarthy, al gobierno de Vladímir Putin lo “observaban con temor y preocupación” en su proceder con Ucrania; unas circunstancias que, sin dudas, fueron aprovechadas por la administración Obama, pues allí todavía recordaban “lo que era vivir bajo la opresión rusa”, de acuerdo con la apreciación de la funcionaria norteamericana.¹
Pero también Washington sabía qué mensaje entrelíneas estaba dejando caer al mundo entero con dicho actuar: las provincias, excepto Polonia, que antes eran parte de Rusia, hoy son países independientes que se enfrentan a ella.² Tal mensaje, aunque colateral, contribuyó al acondicionamiento del clima propuesto.
Ya con la participación de esas cuatro naciones y botas norteamericanas en el terreno, se podía poner en práctica el artículo 5 del Tratado de la OTAN que afirma: “Un ataque armado contra uno o varios países de la OTAN en Europa o Norteamérica deberá ser considerado como un ataque contra todas las naciones”.³ De ahí el énfasis argumentativo del mencionado artículo y la redundancia del tema en los medios de comunicación para excusar el despliegue estadounidense en la región.
Todo ello fue debidamente premeditado y negociado un tiempo antes, en conversaciones secretas con los gobiernos implicados de Europa Oriental y EE.UU. De modo que su aprobación ya la conocía la élite político-militar que participó en el anuncio formal del supuesto entrenamiento a los aliados bálticos;⁴ que dicho sea de paso fue un día escogido.
El comunicado se realizó durante una cena caritativa para apoyar a los hijos de los muertos y a los heridos gravemente durante el servicio de las Fuerzas de Defensa de Estonia. La carga emocional del momento era predecible. La audiencia aplaudió, e incluso algunos hasta lloraron al conocer que en 48 horas tropas estadounidenses iban a pisar tierra estonia; dando a entender así que la Estatua de la Libertad no usurpaba a los países, si no obtenía su consentimiento.⁵
Asimismo, el ambiente informativo o entorno informacional -abordado hace algún tiempo-⁶ había sido tan bien estudiado que el propio presidente de Estonia, Toomas Hendrik Ilves, pidió al encargado estadounidense que anunciara tal novedad.⁷
A partir de aquí la cuestión era mover la ficha correcta en un tablero de ajedrez, donde jamás se pusiera en jaque mate a EE.UU. Para ello, se valieron de la comunicación estratégica.⁸ Tal es así que un reciente trabajo de la revista especializada Military Review calificó la Operación Atlantic Resolve como un caso de estudio efectivo en la aplicación de dicho método.
El tratamiento de la comunicación pública provocó que las acciones de Rusia se vieran como “provocadoras” o “belicistas” y, por su parte, las estadounidenses como “un esfuerzo conjunto”, como un recordatorio a los beneficios de la Alianza en una eventual reacción a los supuestos hechos ofensivos de Moscú.⁹
Por otra parte, a EE.UU. le preocupaba no parecer demasiado violento, usurpador. Por tal motivo, las incipientes incursiones fueron por mar y aire, “más simples”, las calificó el general Philip Breedlove.
Luego se ocuparon de pensar en cómo proceder con los desplazamientos militares por tierra; acción que a la luz pública se hubiera visto de forma más agresiva y hubiera podido considerarse como provocativa, además de costosa, como diría Breedlove a la agencia Associated Press. De ahí, la idea de los 600 paracaidistas estadounidenses hacia Polonia, Letonia, Lituania y Estonia, los cuales inauguraron oficialmente la operación.
El artículo de la revista especializada afirma que “EE.UU. tenía que actuar en aquel momento con cautela para apuntalar el apoyo de sus aliados de la OTAN sin aumentar una situación extremadamente tensa”.
Los más altos niveles del gobierno de Obama y de naciones de la OTAN sabían la importancia de la comunicación pública, pues se trataba de conseguir, más que el objetivo táctico de la operación, el propósito comunicativo.¹¹
Lo anterior significaba facilitar la cobertura de los medios, garantizar la transparencia al público estadounidense, y luchar contra la desinformación; medidas que proporcionarían el espacio para la necesaria manipulación de los hechos.¹²
De modo que Washington primero estudió el terreno y los diferentes factores que intervendrían y, luego, evaluó el entorno o ambiente informacional. ¿Cómo procedieron posteriormente?, ¿cuál fue su plan de acción? En un último trabajo de esta serie responderemos tales inquietudes.
Referencias
1 Ver Ambassador's Remarks on the Relations of the Baltic States, the US, EU and Russia, 29 de Julio de 2014, disponible en http://vilnius.usembassy.gov/about-us/ambassador-mccarthy/speeches/ambassadors-remarks-on-the-relations-of-the-baltic-states-us-eu-and-russia.html
2 Debemos recordar que, excepto Polonia, el resto de las naciones escogidas por la Casa Blanca fueron provincias de la extinguida Unión Soviética a las cuales EE.UU. nunca reconoció como “muestra de solidaridad”, según la embajadora Deborah McCarthy. Adicionalmente, años después de la caída del muro de Berlín, en el 2004, Letonia, Lituania y Estonia ingresaron a la Unión Europea y a la OTAN, evidenciando su disposición a comenzar una política cercana a los intereses transatlánticos. En la actualidad, los tres países poseen importantes relaciones económicas, militares y políticas con Washington. Por otra parte, los tres estados bálticos apoyaron el movimiento Euromaidan en Kiev, que conllevó a la caída del Presidente Yanukovich, y luego reconocieron el gobierno de Poroshenko; sucesos que han sido analizados en estas páginas de Cubadefensa y que han evidenciado la injerencia subversiva de Washington.
3 Ver North Atlantic Treaty Organization, The North Atlantic Treaty, 4 April 1949, http://www.nato.int/cps/en/natolive/official_texts_17120.htm, citado en Operation Atlantic Resolve. A case study in effective communication strategy de Jesse Granger, en Military Review. The professional journal of the U.S Army, January-February 2015, Combined Arms Center, Fort Leavenworth, Kansas, p.116-123.
4 Ver Operation Atlantic Resolve. A case study in effective communication strategy de Jesse Granger, en Military Review. The professional journal of the U.S Army, January-February 2015, Combined Arms Center, Fort Leavenworth, Kansas, p.116-123.
5 Ídem.
6 Ver El entorno de información: clave de la guerra no convencional de Katherinne Díaz Pérez, publicado el 7 de julio de 2014, disponible en http://www.cubadefensa.cu/?q=node/2686
7 Ver Operation Atlantic Resolve. A case study in effective communication strategy de Jesse Granger, en Military Review. The professional journal of the U.S Army, January-February 2015, Combined Arms Center, Fort Leavenworth, Kansas, p.116-123.
8 La comunicación estratégica, concebida por el gobierno de Barack Obama, consiste en “la sincronización de nuestras palabras y acciones y cómo estas van a ser percibidas por los otros, así como (b) programas y actividades deliberadamente dirigidos a comunicarse y atraer las audiencias planificadas, incluyendo aquellas actividades y programas llevados a cabo por las oficinas de asuntos generales, diplomacia pública y profesionales de operaciones de información”, National Framework for Strategic Communication, 2012, p. 2 citado en Cuba, EEUU y la comunicación estratégica: ¿Hacia dónde vamos?, de la Dra. Olga Rosa González Martín, Conferencia presentada en el VII Encuentro Internacional de Investigadores y Estudiosos de la Comunicación y la Información (ICOM 2013), el 28 de noviembre de 2013.
9 Ver Operation Atlantic Resolve. A case study in effective communication strategy de Jesse Granger, en Military Review. The professional journal of the U.S Army, January-February 2015, Combined Arms Center, Fort Leavenworth, Kansas, p.116-123.
10, 11 y 12 Ídem.
Fuente: Cuba Defensa