Por Yusuf Fernandez
La
autoinvitación del primer ministro de Israel, Benyamin Netanyahu, y del
ministro de Exteriores, Avigdor Lieberman, a París para participar en
la marcha de protesta contra el ataque llevado a cabo por un grupo
terrorista contra la revista Charlie Hebdo continúa dando que hablar en
Francia y el mundo.
Durante los pasados días, se ha sabido que
Netanyahu irritó a los responsables franceses por su comportamiento,
increíblemente irrespetuoso y arrogante, hacia sus anfitriones. En
primer lugar, Netanyahu ignoró una petición del presidente francés,
François Hollande, para que no acudiera a la marcha de París dirigida a
homenajear a las víctimas del atentado de Charlie Hebdo. Hollande era
consciente de que la aparición de Netanyahu en la misma arruinaría la
imagen de la marcha, como así sucedió en efecto, debido a la brutal
hipocresía que suponía el ver al genocida responsable de la muerte de
más de 2.200 palestinos de Gaza, la mayor parte de ellos hombres,
mujeres y niños civiles, desfilando en una marcha dirigida a condenar un
crimen y a defender supuestamente la libertad de expresión.
A
Netanyahu, que sólo buscaba publicidad de cara a las elecciones
legislativas del mes de marzo en Israel, no le importa nada por supuesto
ni el derecho a la vida ni a la libertad de expresión, que él y otros
dirigentes israelíes violan a diario en los territorios palestinos
ocupados. Tampoco pareció importarle la incomodidad que generó a
Hollande, Valls, Fabius y otros políticos franceses que están plenamente
identificados con la defensa del sionismo y las acciones de Israel.
Durante
la propia marcha, el primer ministro israelí mantuvo una actitud
grosera y oportunista. Él se abrió paso a empujones para situarse en
primera fila, entre los cinco jefes de estado y de gobierno que
encabezaban la marcha, incluyendo el presidente francés.
No
contento con eso, Netanyahu comenzó luego a saludar al público a su
izquierda y derecha como si fuera la auténtica estrella de la marcha
para bochorno de sus anfitriones franceses. Éstos, sin embargo, no
hicieron ningún intento de llamar la atención al primer ministro
israelí, que se comportó en todo momento como si fuera él el que
estuviera a cargo de todo y no un simple invitado.
Por
otro lado, se produjo otro desagradable incidente entre el primer
ministro francés, Manuel Valls, y uno de los guardaespaldas de Netanyahu
el domingo 11 de enero en la Gran Sinagoga de París, según el periódico
francés Le Carnard Enchainé.
El incidente, que fue recogido en
un artículo de la publicación titulado “Valls y el Gorila”, ocurrió
durante el servicio religioso en la Gran Sinagoga de París en favor de
las víctimas judías del ataque terrorista de la semana anterior en la
ciudad. Según el reportaje, un miembro del equipo de guardaespaldas del
primer ministro israelí empujó a Valls, le agarró por el brazo y bloqueó
su camino.
Él intentó así impedir que Valls se acercara a
Netanyahu, que acababa de sentarse, según señala la revista, Valls no
guardó silencio y dijo al guardaespaldas israelí con voz irritada: “Aquí
no eres el responsable de la ley. Eres sólo el responsable de la
seguridad del primer ministro israelí y eso es todo”.
Este
incidente recordó a otro ocurrido en 1996 durante una visita a
Jerusalén del presidente francés, Jacques Chirac. En un momento de la
visita, Chirac se volvió irritado hacia unos guardias de seguridad
israelies que le empujaron y les dijo furioso: “¿Queréis que coja el
avión y me vuelva a Francia?”
El hecho de que los políticos
franceses, como Hollande y Valls, soporten esta continuada humillación
de los israelíes dice mucho acerca de la sumisión de la clase política
francesa hacia Israel y el lobby sionista.
Este lobby es el
responsable de mantener a la comunidad musulmana bajo una fuerte
presión, sometida a un laicismo avasallador y asfixiante y a un racismo
rampante así como a toda clase de maniobras para limitar su influencia y
empoderamiento.
Esta influencia puede verse también en el hecho
de que Francia, que afirma ser tan respetuosa de la libertad de
expresión cuando se trata de proteger el insulto hacia el Islam, llegara
a prohibir manifestaciones de protesta contra la guerra de Gaza y
permitiera a organizaciones terroristas como la Liga de Defensa Judía,
hostigar y provocar abiertamente a los participantes de marchas en favor
de Palestina en aquellos días.
Asimismo, el poder de este lobby
puede verse en el hecho de que los dos futuros candidatos principales a
la Presidencia francesa, el socialista Hollande y el conservador
Sarkosy, sean militantes sionistas decididos a poner por encima los
intereses de Israel a los de su propio país.
Fuente: Al Manar