Entrevista a Fiódor Lukiánov, director de Consejo de Política Exterior y de Defensa. Fuente: Serguéi Piatiakov / Ria Novosti
Existe la opinión de que Moscú ya está
acostumbrado a la discriminación por parte de Occidente, por lo que las
sanciones actuales resultan desagradables, pero no son cruciales. ¿Tiene algún
fundamento este enfoque?
Las sanciones, sin duda, no son fatales, pero si se aplicaran en su totalidad —me refiero en
este caso a las sanciones destinadas a sectores enteros de la economía—, la
situación económica empeoraría significativamente y habría que poner en marcha
un modelo de desarrollo completamente distinto.
En mi opinión, aún no se han elaborado los
mecanismos necesarios para hacer frente a un bloqueo serio por parte de
Occidente. A pesar de la peculiaridad de la economía rusa, que nunca ha estado
tan inmersa en el medio global como, por ejemplo China, Rusia está
estrechamente vinculada a los mercados internacionales, especialmente los de
Europa. De modo que no merece la pena volver la espalda a las sanciones como si
se tratase de algo insignificante. Yo no contaría tampoco con la ‘ambición’ de
Europa.
Sin duda, las sanciones contra Rusia resultan
muy desfavorables. Pero la presión de Estados Unidos es muy fuerte y el cuadro
informativo alrededor de los acontecimientos de Ucrania y del Boeing derribado
está llegando a límites insospechados. Los medios internacionales transmiten una idea de Rusia como Estado prácticamente ‘marginado’; no recuerdo
un ataque informativo similar en el pasado.
Dicho con otras palabras: no hay motivos para
que cunda el pánico, pero habría que tener en cuenta la posibilidad de una
grave confrontación político-económica e informativa con la que Rusia no se
había topado desde 1991.
¿Puede el giro de Rusia hacia oriente
—el acercamiento a China y a los demás miembros del grupo BRICS— compensar el
empeoramiento de la relación con Occidente?
En cierta medida, sí. Pero eso es algo que
requiere mucho esfuerzo, iniciativa y tenacidad. Rusia no puede esperar el
apoyo de los BRICS
ni de ningún otro Estado del otrora ‘tercer mundo’ en su lucha contra el
gobierno ucraniano. A ellos no les interesa.
Y el hecho de que las acciones de Rusia hayan
provocado un cambio en las fronteras reconocidas internacionalmente, lo cual se
podría interpretar como un apoyo al separatismo en el territorio de un país
vecino, no se ajusta a la concepción de las relaciones internacionales que
tienen China, India y otros países emergentes.
No obstante, en Pekín, Nueva Delhi, Brasil,
Pretoria, Teherán y Buenos Aires entienden que la actuación de Rusia tiene, en
primer lugar, una larga historia detrás; y en segundo lugar, constituye una
respuesta a la presión arbitraria de Occidente, que decidió ampliar sin más
miramientos su esfera de influencia.
Por esta razón no se sumarán al coro de
condena de Rusia organizado por Washington. China cree, por otra parte, que la
‘lucha por Ucrania’ no es un conflicto local, sino un enfrentamiento que
definirá el formato de la jerarquía mundial en el futuro. Y la derrota de Rusia
supondría un refuerzo para EE UU y un aumento de la presión sobre la
República Popular China. De modo que ningún apoyo concreto está garantizado.
¿Qué objetivos concretos está tratando
de conseguir Occidente con la imposición continuada de nuevas sanciones contra
Rusia?
El cese de cualquier tipo de apoyo a las
fuerzas prorrusas en Ucrania. Este sería el objetivo directo, puesto que para
EE UU lo importante es que Kiev obtenga una victoria militar, la cual
sería inevitable en caso de cerrar las fronteras con Rusia. Eso no resolvería
la crisis de Ucrania.
No cabe duda de que, en tal caso, se
mantendrían nuevas formas de enfrentamiento, de inestabilidad, pero las
autoridades ucranianas recuperarían el control general del territorio. Asimismo
creo que, a largo plazo (aunque no se habla ni se hablará de ello), el objetivo
reside en modificar la situación política dentro de Rusia o, dicho de otro
modo, en provocar un cambio de régimen.
Después de lo ocurrido en primavera y en
verano, resulta imposible recuperar una comunicación normal entre Moscú y
Washington. Y no solo para Obama, sino más bien para su sucesor.
El Kremlin también ve en EE UU a un
enemigo declarado. Esto hace que el escenario ideal para los Estados Unidos sea
la salida del presidente Putin. Sobre todo teniendo en cuenta que el grado de
demonización de su persona ha alcanzado su punto más alto, los ataques se han
personificado.
Evidentemente no hablo de una intervención
directa, pero un empeoramiento de la situación en Rusia derivado de las
sanciones se puede ver como un medio de debilitamiento a largo plazo del grupo
dirigente.
La operación ‘Margen Protector’ de
Israel se ha llevado en cuestión de días cientos de vidas. ¿Por qué despierta
una indignación considerablemente inferior en Occidente que el conflicto de
Ucrania?
Existen varias razones. En primer lugar, todos
están acostumbrados al agravamiento periódico del conflicto palestino-israelí.
En segundo lugar, en EE UU sobran los defensores de Israel que apoyan
incondicionalmente cualquier acción llevada a cabo por este Estado; de hecho,
la influencia del lobby israelí allí es muy alta. En tercer lugar,
aunque en Europa existe una simpatía hacia Palestina bastante mayor que en
Estados Unidos, los europeos arrastran un gran sentimiento de culpabilidad por
el Holocausto. Por esta razón, no se suele criticar el uso de medios militares
por parte de Israel como método para garantizar su seguridad.
Fuente: RBTH
Fuente: RBTH