Durante las últimas décadas, en Occidente se acumuló
una gran experiencia en el ámbito de prestar apoyo a las fuerzas que
buscan cambiar “gobiernos inapropiados”. ¿Por qué la ayuda a la
oposición por parte de potentes fuerzas externas nunca ha conllevado
resultados positivos?
Porque todos los especialistas que
tomaron parte en la solución de problemas similares manifestaron una
evidente incompetencia y una sorprendente negligencia. Durante los
últimos diez años, todos los cambios a nivel político tuvieron lugar en
los países que experimentaban graves problemas económicos y sociales y
que estaban siendo azotados por conflictos étnicos y religiosos. Los
planes de ayuda a estos países los desarrollaron grupos de expertos de
diversos sectores: oficiales (abogados, diplomáticos, economistas) y no
oficiales (agentes secretos y militares). Se preveía que su trabajo
garantizaría un éxito. Pero con el cambio no solo no se logró resolver
el problema de estos países, sino que se agudizó.
Hasta
en los casos del derrocamiento de “dictaduras feroces” en los países
inestables, Occidente no encontró explicación a los errores cometidos en
sus planes. El comandante de la Fuerza Internacional de Asistencia a la
Seguridad en Afganistán (ISAF), Joseph Dunford, declaró el pasado 12 de
marzo que si todas las tropas internacionales abandonan este país a
finales de 2014, la red terrorista Al Qaeda puede volver a ganar terreno
y lanzar una nueva ofensiva contra Occidente. Es decir que la ayuda
multilateral que se prestó a este país durante trece años no ha tenido
resultados duraderos. En la lista de los países a los que Occidente
ayudó a llevar a cabo revoluciones no hay ningún caso en el que los
ciudadanos estuviesen agradecidos por el apoyo. Por otro lado, muchos
países, sin duda alguna, están contentos de haberlos evitado.
A
día de hoy, al abandonar los proyectos fracasados, Occidente trata de
ayudar a Ucrania. En este país no se ha librado un conflicto armado, no
hay un dictador feroz ni problemas para el entendimiento de la situación
interna. El presidente derrocado, Víktor Yanukóvich,
cumplió el consejo del vicepresidente de EEUU, Joe Biden, sobre la
necesidad de tomar medidas de cautela y la máxima discreción en el uso
de la fuerza. Al fin y al cabo, al renunciar a luchar contra la
oposición, Yanukóvich abandonó el país. El Gobierno interino leal a
Occidente tomó las riendas del poder en Ucrania. Para conseguir la
victoria aplastante y estabilizar la situación se necesita solo la ayuda
política y financiera prometida a Kiev y consejos tradicionales de
expertos sobre los pasos a emprender y errores a evitar, pero pasó todo
lo contrario. En particular, en vez de firmar una declaración de unidad
entre la parte occidental y oriental del país, se tomó la decisión de
cancelar la ley que otorga el estatus de lengua oficial regional al
ruso. En resultado, en vez de la estabilización de la situación, se
libraron disturbios en el sur y sureste de Ucrania y Crimea.
Ninguno
de los consejeros occidentales propuso a Kiev disipar la preocupación
de Moscú respecto al destino de sus bases navales en Crimea, donde está
desplegado un 70 % de la infraestructura de su Flota del Mar Negro. La
preocupación de Rusia estaba justificada. Las actuales autoridades de
Ucrania, incluido el presidente interino del país, Alexánder Turchínov,
declararon en reiteradas ocasiones que la presencia de la Flota rusa del
Mar Negro en territorio ucraniano contradice los intereses nacionales.
La oposición que llegó al poder en Ucrania considera que el respectivo
acuerdo con Rusia contraría la Constitución de Ucrania.
Todos
sabían que a Rusia le satisfacía la presencia de su base naval en
Sevastópol y mantener buenas relaciones con Crimea. ¿Pero se ha podido
predecir cómo sería la reacción de Moscú ante una amenaza a sus
intereses? “Si yo fuese Putin,
haría lo mismo que hizo el presidente ruso, y todos los que afirman que
no han podido predecirlo son tontos o mentirosos”, dijo en una
entrevista con MSNBC Lawrence Wilkerson, asesor del exsecretario de
Estado de EEUU, Colin Powell.
Mientras, se puede ceder a
la tentación y suponer que Occidente ha elaborado varias estrategias
secretas a largo plazo. Pero solo en caso de que estas busquen sembrar
el caos.
ek/as/aa
Fuente: La Voz de Rusia.
Fuente: La Voz de Rusia.