Por Alberto Rojas Andrade.
Por estos años luego de varias décadas hemos presenciado por fin
sentencias condenatorias de variada penalidad a reconocidos violadores
de los derechos humanos como gobernantes y subalternos, durante los
tristes años de imperio absoluto en América Latina de la Doctrina de la
Seguridad Nacional (DSN) de inspiración pentagonal, y su inmutable
séquito de muerte y crueldades.
Han desfilado por estrados
judiciales argentinos personajes inefables y siniestros como Jorge
Videla, Alfredo Astiz, Jorge‘Tigre” Acosta, Adolfo Donda, Julio Cesar
Coronel, Ricardo Cavallo, etc., etc. Se han proferido 262 condenas al
año 2011, y unos 802 represores han sido procesados hasta la misma fecha
[1]. Los más recientes condenados lo fueron el 23 de septiembre pasado
por parte de un tribunal de Bahía Blanca.
En Chile Manuel
Contreras es el más emblemático de los condenados por desapariciones
asesinatos y torturas, sin embargo, allí sólo 76 represores han sido
condenados por sus crímenes, unos 67 están encarcelados [2], mientras
que unas 1.268 causas se han abierto contra miembros de los cuerpos
armados de la particularmente violenta dictadura de Augusto Pinochet
[3]. En Uruguay Juan María Bordaberry (fallecido), Jorge ‘Pajarito’
Silveira, Ernesto Ramas, Gilberto Vásquez Bisio, Luís Maurente, José
Ricardo Arab, (también como ejecutores del denominado Plan Cóndor) entre
otros, han sido penados; se han iniciado después de casi cuatro décadas
juicios criminales contra miembros de la dictadura a instancias del
actual presidente uruguayo José Mújica [4].
De una u otra manera
militares y civiles perpetradores de delitos de lesa humanidad han
tenido que rendir cuentas ante la justicia, lo cual era algo impensable
por aquel entonces cuando los cometieron. Claro, mucho está aún por
hacerse en este campo, y otros tantos todavía deben ser puestos en los
mismos lugares de los anteriores si hemos de tener fe en la justicia. La
impunidad requisito indispensable de la ‘guerra sucia’ ha sido de
alguna forma menguada.
No obstante, quien como persona física
desde lo más alto del poder imperial fue un determinante excluyente en
América Latina de todas aquellas atrocidades, instigador y planificador
de las mismas, y más aún, en Asia fue cerebro de bombardeos a pueblos
inermes, participe colaborador en invasiones y genocidios, estando por
sus particulares condiciones políticas por fuera de la comparecencia
judicial por estos execrables hechos ante los tribunales competentes;
nos referidos a Henry Alfred Kissinger, Asesor de Seguridad Nacional y
Secretario de Estado de los EE.UU. bajo el gobierno del oprobioso
Richard M. Nixon, y nuevamente Secretario de Estado bajo la
administración de Gerald Ford en un periodo que va de 1969 a 1977.........
*****TEXTO COMPLETO*****
Fuente: Rebelión.