Por Angel Guerra Cabrera
No obstante la feroz propaganda occidental en contra, la
operación de la fuerza aérea y, más recientemente, la armada rusas,
contra importantes posiciones de mando, comunicaciones, armamento y
logística del autodenominado Estado Islámico(EI), se ha caracterizado
por su alta efectividad.
Igualmente, por la transparencia y la rendición de cuentas sobre sus
resultados, al pueblo ruso y a los pueblos del mundo. Ello, en llamativo
contraste con la extraña, oscura y fracasada guerra aérea con que
enfrentan Estados Unidos y sus aliados, desde hace más de un año, al
también autodenominado “califato”.
Es evidente que los rusos, previamente a la campaña, han realizado un
cuidadoso trabajo de inteligencia humana a través del Ejército Árabe
Sirio, además de la inteligencia satelital, de drones y de intercepción
de comunicaciones. De modo que ni los pilotos ni los misiles vuelan a
ciegas sino teniendo claramente definidos y corroborados de antemano los
blancos a abatir en cada misión.
El hecho de operar en cooperación con el ejército sirio les
permite un máximo de efectividad dado el íntimo conocimiento por este
del terreno y de la problemática local. Con excepción de los
kurdos y, por supuesto, los legendarios combatientes de Hezbolá,
cualquiera de las otras fuerzas irregulares en Siria e Irak parecen
carecer de estrategia y unidad de mando. Como los miembros del EI, han
sido entrenados por Washington y sus aliados occidentales y financiados
por Arabia Saudita y Quatar con objetivos geopolíticos múltiples que no
necesariamente son los mismos de cada uno de estos estados. En primera
instancia consisten en el derrocamiento de Bashar al-Assad y el
consiguiente debilitamiento de Irán, pero estratégicamente apuntan
contra Rusia y al control de hidrocarburos y oleoductos. Eso sí, sus
lealtades pueden cambiar de la noche a la mañana y muchos de ellos
serían soldados de fortuna más que piadosos creyentes. Los “rebeldes
moderados” parecen solo existir en el discurso de los medios
occidentales.
Putin ha llamado a una coalición internacional contra el EI
que lo llevó a evocar la alianza antihitleriana y los jefes militares
rusos afirman que quieren verse cara a cara con sus colegas
estadunidenses en Moscú para discutir una serie de problemas prácticos y
operativos que están encontrando. Qué otra cosa lógica y
razonable podría hacer Washington, para reparar, si fuera posible, la
imagen genocida e imperialista que ha labrado a pulso entre los pueblos
árabes y musulmanes.
El Kremlin, con la visión estratégica proverbial de Putin, no se ha
lanzado a una aventura disparatada como le ocurrió a la Unión Soviética
con la intervención militar en Afganistán. Previamente dio todos los
pasos políticos y diplomáticos que eran necesarios como el intercambio
al más alto nivel con Israel Arabia Saudita, Estados Unidos y el
memorable discurso de Putin en la Asamblea General de la ONU, cuya
fidelidad a los hechos reales y sus meditados razonamientos contrastaron
de manera notable con los de un Obama, que sabemos talentoso, pero que
puede llegar a un grado de fantasía en sus afirmaciones que lo hacen
quedar muy mal parado.
Ergo, eso de presentarse como adalid de la paz y la concordia en el
mundo y, en particular en el área del Medio Oriente, después de los
sangrientos daños y la terrible destrucción ocasionados por Estados
Unidos y sus aliados a los pueblos de la región sin el más elemental
respeto por el derecho internacional.
Mientras la mafia mediática seguía el guión propagandístico antirruso
de Washington sin presentar una sola prueba de los supuestos civiles
muertos por Moscú, la aviación yanqui deshacía ante los ojos del mundo
el hospital afgano de Kunduz y mataba a 22 pacientes y miembros de
Médicos sin Fronteras(MSF), cuya dirección califica la acción de crimen
de guerra. Existe la agravante de que MSF había dado las coordenadas del
hospital días antes a los mandos estadounidense y afgano y volvió a
hacerlo al iniciarse el bombardeo, que no obstante se prolongó casi una
hora.
Para colmo, Israel, asesina palestinos inermes cada vez con más
descaro e impunidad, mancilla los lugares sagrados del Islam en
Jerusalén y amplía sus ilegales asentamientos en ese holocausto y
despojo colonial en cámara lenta que no cesa desde 1948. Crímenes sólo
posibles por el colosal apoyo financiero, militar y doplomático que le
brinda Estados Unidos con la complicidad de la Unión Europea.
Rusia, es evidente, actúa de acuerdo con el derecho internacional y
en defensa propia en Siria. Al cerco de sus fronteras terrestres por la
OTAN ha respondido en Ucrania con la recuperación de Crimea, paso
geopolítico que ahora completa fortaleciendo su presencia en el país
árabe a petición de Damasco y, por consecuencia, en el Mediterráneo.
Muchos integrantes del EI proceden del Cáucaso ruso y allí pretenden
volver a hacer su “guerra santa”. Algún día sabremos cuánto ha apostado
la CIA a esta carta para lograr el desmembramiento de Rusia.
El objetivo de Moscú es lograr una solución negociada al
conflicto en Siria y estas acciones militares son lo único que parecería
poder sentar a la mesa de diálogo a todas las partes interesadas. No
será nada fácil. Tampoco lo era el acuerdo nuclear con Irán y ya es un
hecho.
Twitter: @aguerraguerra
Fuente: Cubadebate