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Desde que, en julio de 2012, los libios votaron su parlamento Libia se dividió. Las elecciones no afectaron a las milicias que asaltaron Bengasi y exterminaron a abogados, jueces, militantes, militares, policías.
Para celebrar el 11-S, el grupo Ansar al Shariá incendió el consulado norteamericano, mató al embajador, Cristopher Stevens, y a tres estadounidenses más.
Jalifa Haftar, un antiguo general de Gadafi a sueldo hoy de la CIA, es el brazo armado del parlamento de Tobruk, un nuevo parlamento libio que ordenó disolver las milicias. Cuenta con su pequeña fuerza aérea, apoyada por aviones egipcios y de los Emiratos Árabes.
El otro hombre fuerte de Libia es el antiguo jefe del Grupo Islámico Combatiente Libio, Abdelhakim Belhadj, antes vinculado a Al Qaeda, declara ahora su lealtad a Daesh en Libia. Ese es el hombre que Washington consideraba un "socio dispuesto" para derrocar a Gadafi en 2011. El expresidente español José María Aznar mencionó a Belhadj en las investigaciones de los atentados de 2004 en Madrid. Tras salir de presión, en 2010, recibió el mando del Grupo Islámico Combatiente libio, apoyado por la OTAN, acosando a Gadafi. Tras la muerte del dictador, siguió al frente del Consejo Militar de Trípoli hasta la primavera de 2012.
La adhesión de Belhadj a Daesh supone 3.000 combatientes más y una emisora local de televisión, dentro de la red dominada por las productoras del EI Al Hayat y Al Furqan. Hoy Belhadj es líder del Partido al-Watan, que pesca adeptos en la órbita de la coalición Amanecer de Libia, una amalgama de militantes de Al Qaeda, yihadistas que lucharon contra Gadafi en los años noventa, beréberes, hermanos musulmanes y comerciantes de Misrata. Amanecer de Libia está financiado por Qatar y Turquía, en apoyo a los Hermanos Musulmanes.
Invitados:
Willy Meyer, izquierda Unida
José L. Barceló, director de Elmundofinanciero.com
Caros Uriarte, presidente de las juventudes paneuropeas
akm/msf
Fuente: Hispan TV.