Por Tino Rodríguez Fajardo para Cuba Defensa. 23/7/2015
El 3 de julio de 2015, los diputados de la Asamblea Nacional de la
República de Nicaragua eligieron como nueva magistrada del Consejo
Supremo Electoral (CSE) a Judith Silva, cargo que había quedado vacante
debido al fallecimiento, el 11 de junio de 2015, del magistrado José
Bosco Marenco Cardenal.
A la sesión de la asamblea se ausentaron los miembros de la bancada de
la Alianza del Partido Liberal Independiente–Movimiento Renovador
Sandinista, coalición opositora al partido gobernante del Frente
Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).
Previo, durante y finalizada la elección y juramentación de la nueva
magistrada, miembros de la oposición han realizado diversos shows
apoyados y amplificados por los medios de comunicación nacionales que
responden a sus intereses. En particular llama la atención lo que han
denominado como “miércoles de protestas”, y que se realizan desde
finales de abril frente a las instalaciones del CSE.
Estos se han encargado de cacarear a toda voz el supuesto “fraude” que
acompañó al proceso de elección de la nueva magistrada, y han
intensificado la campaña de desprestigio contra el CSE por permitir que
el partido gobernante FSLN supuestamente controle la estructura
electoral.
Como se describe en el artículo periodístico “Futuras y posibles revoluciones de color en América Latina”1
el escenario se dibujado en Nicaragua no es ajeno a la voluntad del
gobierno de EEUU, que como parte de su doctrina de Guerra No
Convencional (GNC) continúa en su intento de armar escenarios de
“cambios de régimen” a través de la aplicación de diferentes tácticas
para inmovilizar los procesos latinoamericanos y retrotraer sus
fundamentos.
En este tipo de intervención, la mano estadounidense no se ve
directamente y se esconde detrás de sus “socios civiles” (ONG,
políticos, estudiantes, periodistas, entre otros) con financiamiento
indirecto y campañas de propaganda con el empleo de recursos como blogs,
redes sociales y otras herramientas que permiten la interacción entre
los usuarios a partir del empleo de la web.
Lo anterior se pone en marcha, generalmente, con un hecho “prefabricado”
que active toda esta estructura debidamente apoyada con las bases
gringas en América Latina y la colaboración de las oligarquías
nacionales, ansiosas por entrar en la globalización como intermediarios
de nuestros países, ricos en recursos de diverso tipo.
En 2008, la Revolución Sandinista atravesó un intento de “revolución de
color” cuando en las elecciones municipales la oposición del país cantó
“fraude” y salió a protestar en las calles sin éxito, pero con el apoyo
de EE.UU. y la Unión Europea. Ese intento no prosperó y tiempo más tarde
Daniel Ortega fue reelecto como presidente.
Ahora el país se prepara para afrontar, en 2016, una nueva elección
presidencial, justo cuando Nicaragua ha ganado importancia estratégica
en la ecuación de poder regional y global con el inicio de la
construcción de un canal interoceánico, que por muchos años ha sido
centro de conflicto entre Washington y Managua. El megaproyecto será
ejecutado por una empresa china, y constituirá una nueva vía marítima no
controlada por el Pentágono, con lo que esto conlleva en términos
geopolíticos.
Ya la sola presentación del proyecto de construcción del canal provocó
protestas de ambientalistas y el Movimiento Renovador Sandinista ha
realizado un ciclo de movilizaciones con ayuda externa para capitalizar
el supuesto descontento en las elecciones del próximo año.
Indudablemente, tales condimentos, sumados a la histórica oposición
estadounidense al sandinismo, plantean un escenario de GNC cuyo
“catalizador” pudiera ser el de otro supuesto “fraude” electoral.
Referencias:
1 Ver Futuras y posibles revoluciones de color en América Latina, disponible en http://misionverdad.com/trama-global/futuras-y-posibles-revoluciones-de-color-en-america-latina.
Fuente: Cuba Defensa