Por Yolanda Delgado Batista, para RBTH
El gran terror envenenó mortalmente la atmósfera de Rusia. Maxim Gorki, el escritor de los vagabundos, no fue capaz de mantener el equilibrio entre su conciencia como escritor y su lealtad al régimen de Stalin. Fue enterrado como un héroe, pero vivió sus últimos días envuelto en confusión y miedo.
El autor realista fue uno de los
protegidos de Stalin, aunque la relación con el dictador soviético fue
compleja. Fuente: ITAR-TASS
El 18
de junio de 1936, se anunció
en una radio de Moscú la muerte de
Maxim Gorki, “el gran escritor ruso, el maestro de la palabra, amigo de los
trabajadores y luchador por la victoria del comunismo”.
El
Kremlin celebró
un funeral de Estado en su honor. Medio millón
de personas acudió
a la capilla ardiente instalada en el centro de Moscú.
Tras la incineración, la urna con las cenizas —vigilada por
la policía y los soldados del ejército y colocada sobre una
camilla adornada—
fue trasladada a hombros de Stalin y su equipo hasta
la Plaza Roja, donde estaban aguardando más de 100.000
personas. Junto al mausoleo de Lenin, los políticos fueron
pronunciando sus vehementes discursos.
El
escritor francés André
Gide, amigo personal de Gorki, habló en nombre de la Asociación Internacional
de Escritores. Cuando la ceremonia hubo terminado, se enterró la urna en la Necrópolis de la Muralla del Kremlin,
contraviniendo el último deseo del escritor, que deseaba descansar junto a su hijo en
el cementerio Novodévichi.
El
amargo camino hacia la fama
Alexéi
Maxímovich Peshkov adoptó el pseudónimo
de Maxim Gorki, que en ruso quiere decir ‘Máximo
el amargo’, a una edad temprana. Al igual que Charles Dickens, Gorki
creó un fascinante muestrario de personajes marginales, vagabundos y
maleantes único en la literatura rusa. Él mismo fue
educado en ‘los bajos fondos’
y experimentó en carne
propia el sufrimiento de aquellas personas.
Gorki
alcanzó la fama literaria antes del estallido de la revolución.
Grandes escritores como Tolstói y Chéjov aplaudieron con exaltación
su escritura. A principios del siglo XX, Gorki era ya un famoso y adinerado
escritor. En sus viajes al extranjero (Alemania, Francia, Italia y Estados
Unidos), Gorki entabló
amistad con muchos escritores foráneos
como George Bernard Shaw, André Malraux, André Gide, Herbert G. Wells, Stefan Zweig y otros.
Desde
el año 1900, Gorki se convirtió también
en amigo íntimo de Lenin, lo que llevó a Gorki a
defender, tras la llegada al poder de los bolcheviques, a muchos
escritores y
poetas que habían sido oprimidos por el régimen por una
u otra razón. Finalmente, cuando Lenin se cansó de las
mediaciones del escritor en favor de los intelectuales, persuadió a
Gorki de que se marchara al extranjero para mejorar su salud. Tras
abandonar Rusia en 1921, Gorki y su familia recorrieron Europa hasta
asentarse
finalmente en el municipio italiano de Sorrento.
Mientras
tanto, Lenin falleció
en la URSS, dejando las riendas del gobierno a
Stalin. El nuevo líder sintió
la necesidad de gobernar no solo las vidas, sino
también las mentes y las almas del pueblo soviético, para lo
que se buscaría un guía espiritual, un aclamado escritor que justificara sus políticas.
La elección de Stalin recayó sobre Gorki. En 1932 este
regresó a la URSS, donde recibió muchos honores. Fue elegido
presidente de la recién formada Unión de Escritores Soviéticos y su ciudad natal, Nizhni
Nóvgorod, fue rebautizada como Gorki.
Un
alto precio
Gorki
tenía que inaugurar el primer congreso de la Unión
de Escritores Soviéticos, que debía celebrarse en verano de 1934. Poco antes de aquello, en mayo del
mismo año, el hijo de Gorki, Maxim Peshkov, murió tras
regresar de una borrachera con Guenrij Yágoda, el
entonces Ministro de Interior Soviético. Se especuló sobre la posibilidad de que Maxim hubiera sido asesinado para
asustar a Gorki y disuadirlo de realizar comentarios y discursos no deseados
durante el congreso. Gorki estaba desolado. El congreso se tuvo que posponer,
pero se celebró
en agosto de 1934 con un discurso inaugural de Gorki
sobre el futuro de la Unión Soviética.
El
escritor también dirigió
una campaña propagandística
para el canal del mar Blanco (rebautizado como Belomor), que fue construido por
los prisioneros del Gulag. Alexander Solzhenitsyn, en su libro Archipiélago
Gulag, describe el comportamiento de Gorki de
aquellos tiempos no como una ilusión, sino como una cuestión
de ‘interés material’.
Pero
la buena relación entre el escritor y el líder del
Kremlin acabó truncándose. La ruptura definitiva surgió a raíz
del primer Congreso Internacional de Escritores, organizado por Rusia y
celebrado en junio de 1935 en París, en el que Gorki rechazó participar a
última hora a causa de graves problemas de salud. Aunque era cierto
que Gorki estaba muy enfermo, Stalin lo interpretó como una
traición imperdonable, de modo que se le prohibió el contacto con
escritores extranjeros. Se encontraba bajo
vigilancia permanente y apenas salía de su lujosa mansión
situada en el centro de Moscú. Corre el rumor de que en los últimos años
de Gorki, Stalin le encargó
que escribiera un libro sobre él,
pero el escritor se opuso firmemente.
El
cronista ruso Arkadi Vaksberg siempre apoyó la teoría
de que Gorki fue envenenado por orden de Stalin y no murió de una enfermedad cardíaca, como afirma la versión
oficial. Cualquiera que sea la verdad, por entonces Gorki ya estaba muy
enfermo.
Solo
unas horas después de su muerte se le extirpó el cerebro
en una operación quirúrgica. El cerebro de Maxim Gorki se conserva en el Instituto
Neurológico de Moscú
junto con los cerebros de Mayakovski, Lenin y muchos
otros pensadores, escritores y políticos rusos.
Fuente: RBTH