Él en persona se pronuncia contra el apoyo a los planes norteamericanos.
Chouet
dejó el trabajo en el Servicio de Inteligencia hace diez años y desde
entonces se ocupa de la teoría y metodología de los servicios
especiales. Es autor de dos libros. Uno está dedicado a los métodos de
guerras secretas, el segundo al análisis de la problemática oriental y
al papel de Francia en diversas iniciativas en Cercano Oriente y en
África del Norte. Además, Alain Chouet es especialista en cosas de Al
Qaeda.
—No creo que se pueda hablar en general
del concepto de la “primavera árabe”. En cada uno de los países se
trataba de un proceso aparte, que dependía de un contexto histórico
concreto. Pero es difícil negar el papel de EEUU. Sí, las
manifestaciones comenzaron mucho antes del año pasado. En Egipto y Túnez
hubo acontecimientos hace veinte-trenta años. Pero en 2010-2011, cuando
el ejército se preparaba a aplastar las manifestaciones, se veía bien
la ligazón de los dirigentes locales con el Estado Mayor General y el
Mando Supremo de EEUU. Es posible que ellos regatearan con la dirigencia
norteamericana derecho a la vida y ciertas garantías. No se puede
negarlo, - resume Alain Chouet.
En lo que se
refiere a Siria: Los alavitas subieron al poder en los años setenta. Es
la minoría religiosa contra la que los antepasados de los wahhabitas ya
en el siglo XIV editaron la llamada fatwa (interpretación jurídica sobre
diversos aspectos del derecho islámico), exhortando a su exterminio
físico. Los islamistas no han anulado esta fatwa. Por eso es difícil
exigir que Bashar entregue el poder a los islamistas, pues su padre
subió a este, salvando a sus correligionarios de las represiones que
ahora puedan desembocar en genocidio. Todo esto es impulsado por fuerzas
de sombra de los emiratos árabes, por ejemplo de Qatar, así como de
Arabia Saudita.
Siria no se parece a Libia. En ella
el 35 % de la población no son sunitas o no musulmanes. Y si son
musulmanes, no son sunitas. Hay una gran mezcla étnica. Los kurdos no
respaldan el poder islámico. No conviene a sus intereses. Ellos lucharán
contra la primavera árabe. Los cristianos también están en peligro,
sobre todo los ortodoxos. Así como los citados alavitas. Los ortodoxos
gozan de la tradicional ayuda de Rusia. Estas personas necesitan
garantías de paz y estabilidad. Pero Occidente habla con ellas en el
lenguaje del arma. Una política miope. Creo, continua Alain Chouet, que
Francia no debe sumarse ciegamente a las cruzadas norteamericanas. A
propósito, Chirac se negó a participar en la guerra en Irak, en 2003. No
se puede apoyar siempre y sin pensar intereses ajenos.
En
lo que hace a Al Qaeda, ella existía mucho antes del 11 de septiembre.
Desde entonces se la desarticuló. Hoy es el pasado, dice Alain Chouet.
No obstante, el pasado ha dejado niños. Y en cada país estos vástagos se
comportan de diferentes maneras. A propósito, Al Qaeda tiene
partidarios incluso en países no musulmanes. Para cada país hay que
encontrar un enfoque especial. No existe una estrategia general.
Ahora
Alain Chouet trabaja en la historia general del servicio de espionaje,
pero este libro no aparecerá en los próximos tiempos.
Fuente: La Voz de Rusia.
Fuente: La Voz de Rusia.